550.000 parados arrojan la toalla. Que no hay empleo, es más que una evidencia porque la larga crisis lleva
21 trimestres consecutivos destruyendo puestos de trabajo. Lo peor,
como revela la última EPA, es que se está reduciendo a marchas forzadas
la población laboral, es decir, el número de personas que, estando en
edad laboral y en paro, no está dispuesta a trabajar. Pero, no es que no
quieran trabajar. Sino que simplemente han arrojado la toalla a la lona
de la desesperación porque creen que sus esfuerzos para encontrar un
trabajo son baldíos ante el deterioro económico. Es lo que técnicamente
se conoce como ‘efecto desánimo’, que parece haberse convertido ya en el
‘efecto desesperación’.
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