miércoles, 10 de diciembre de 2014

¿LA FE MUEVE MONTAÑAS? Colaboración de @sergioapariciop

 

E
sta expresión, originaria de la Biblia, pretende enseñarnos que, en circunstancias difíciles, en las que no encontramos la respuesta a nuestras inquietudes ni sabemos qué hacer, en esos momentos de dudas, debemos poner nuestra esperanza en Dios. Que nuestra fe en él, puede hacernos alcanzar lo imposible, y que está al lado de los que creen en él. En definitiva, que Dios ayuda a sus fieles, para solucionar sus problemas.

Yo, en mis artículos, no suelo hablar de religión. La considero un factor íntimo de las personas, digno de mi más elevado respeto. Las creencias religiosas, forman parte de ese mundo interno de las creencias más profundas de las personas, y por tanto, son propiedad de cada uno, y nadie debe entrar en esa parcela personal sin permiso explícito.

En esta ocasión, lo que pretendo hacer es re-interpretar esta frase tan común, desde otro punto de vista, descontextualizarla del hecho religioso y darle una pequeña “vuelta”, cambiando el foco (hecho que, por otra parte, es mi costumbre). Partiendo de estas bases, y sin querer enmendarle la plana a nadie, ni ofender ninguna sensibilidad personal, pretendo explicar mi visión personal sobre esta frase.

Y a ello voy. Si, en vez de poner el foco de esta frase en nuestra fe en Dios, lo trasladamos a nosotros mismos, a la fe en nuestras capacidades y habilidades, el contexto cambia.

Por una parte, estamos poniendo la responsabilidad de nuestras acciones en nosotros mismos. Estamos asumiendo que solo nosotros podemos cambiar nuestra vida, que solo nosotros podemos solucionar nuestros problemas y conseguir nuestros objetivos. Evidentemente, existen factores externos que determinan en gran medida el devenir de los acontecimientos. Yo, personalmente, no creo que seamos capaces de solucionarlo todo solamente a base de fuerza de voluntad y de ganas. Necesitamos planificar de forma exhaustiva nuestras acciones y, buscar esa suerte que nos debería de llegar. Creo firmemente que la suerte suele ayudar a los que se ayudan a sí mismos.

Y por otra parte, estamos aceptando que la fe en nosotros mismos es trascendente a la hora de lograr nuestros objetivos. Porque esa “fe” en uno mismo, refuerza considerablemente la autoestima, nos da fuerzas, valor y audacia. Nos hace sentirnos poderosos, capaces y nos ayuda a conseguir de forma más eficaz nuestras metas. Está científicamente demostrado que, nuestra actitud interior se refleja de forma notoria en el exterior. Que las personas que tienen una alta autoestima y que creen decididamente en sí mismas desde una objetividad realista, consiguen triunfos que a los demás se nos antojan imposibles. Y, ¿por qué no podemos nosotros ser así? Claro que podemos. Pero, previamente, debemos tener esa actitud y esa confianza. Y, lo más importante, debemos comenzar a creérnoslo.

La mayoría de nuestras limitaciones son meras creencias, nos limitan porque creemos que lo hacen. Y del resto, casi todas son subsanables, en mayor o menor medida, a través del esfuerzo y la planificación adecuadas.

Por todo esto, creo que voy a cambiar la frase inicial de este artículo por esta otra:

TU FE EN TI MISM@ PUEDE MOVER TUS MONTAÑAS.

Suerte en el camino

Sergio Aparicio Pérez
Gestor Emocional, Transformador Personal y Social
Expert-Coach Personal, Ejecutivo y Empresarial
Experto en Desarrollo Personal, Formador y Conferenciante
coachaparicio@hotmail.es / 607 231 230

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