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Yo, en mis artículos, no suelo hablar de religión. La considero
un factor íntimo de las personas, digno de mi más elevado respeto. Las
creencias religiosas, forman parte de ese mundo interno de las creencias más profundas
de las personas, y por tanto, son propiedad de cada uno, y nadie debe entrar en
esa parcela personal sin permiso explícito.
En esta ocasión, lo que pretendo hacer es re-interpretar esta
frase tan común, desde otro punto de vista, descontextualizarla del hecho
religioso y darle una pequeña “vuelta”, cambiando el foco (hecho que, por otra
parte, es mi costumbre). Partiendo de estas bases, y sin querer enmendarle la
plana a nadie, ni ofender ninguna sensibilidad personal, pretendo explicar mi
visión personal sobre esta frase.
Y a ello voy. Si, en vez de poner el foco de esta frase en nuestra
fe en Dios, lo trasladamos a nosotros mismos, a la fe en nuestras capacidades y
habilidades, el contexto cambia.
Por una parte, estamos poniendo la responsabilidad de
nuestras acciones en nosotros mismos. Estamos asumiendo que solo nosotros
podemos cambiar nuestra vida, que solo nosotros podemos solucionar nuestros
problemas y conseguir nuestros objetivos. Evidentemente, existen factores
externos que determinan en gran medida el devenir de los acontecimientos. Yo,
personalmente, no creo que seamos capaces de solucionarlo todo solamente a base
de fuerza de voluntad y de ganas. Necesitamos planificar de forma exhaustiva
nuestras acciones y, buscar esa suerte que nos debería de llegar. Creo
firmemente que la suerte suele ayudar a los que se ayudan a sí mismos.
Y por otra parte, estamos aceptando que la fe en nosotros
mismos es trascendente a la hora de lograr nuestros objetivos. Porque esa “fe”
en uno mismo, refuerza considerablemente la autoestima, nos da fuerzas, valor y
audacia. Nos hace sentirnos poderosos, capaces y nos ayuda a conseguir de forma
más eficaz nuestras metas. Está científicamente demostrado que, nuestra actitud
interior se refleja de forma notoria en el exterior. Que las personas que
tienen una alta autoestima y que creen decididamente en sí mismas desde una
objetividad realista, consiguen triunfos que a los demás se nos antojan
imposibles. Y, ¿por qué no podemos nosotros ser así? Claro que podemos. Pero,
previamente, debemos tener esa actitud y esa confianza. Y, lo más importante,
debemos comenzar a creérnoslo.
La mayoría de nuestras limitaciones son meras creencias, nos
limitan porque creemos que lo hacen. Y del resto, casi todas son subsanables,
en mayor o menor medida, a través del esfuerzo y la planificación adecuadas.
Por todo esto, creo que voy a cambiar la frase inicial de
este artículo por esta otra:
TU FE EN TI MISM@ PUEDE MOVER TUS MONTAÑAS.
Suerte en el camino
Sergio Aparicio Pérez
Gestor Emocional, Transformador
Personal y SocialExpert-Coach Personal, Ejecutivo y Empresarial
Experto en Desarrollo Personal, Formador y Conferenciante
coachaparicio@hotmail.es / 607 231 230
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