Releyendo este fin de semana El Quijote, me he dado
cuenta de que, la locura del caballero de la triste figura, es muy asimilable a
nuestros tiempos. Parece mentira que, después de cuatro siglos, las cosas sigan
siendo más o menos iguales.
En concreto, quiero referirme hoy al famoso suceso de
los molinos de viento que eran gigantes. (Aprovecho para recomendaros vivamente la lectura del Quijote, entre otros
clásicos de nuestra literatura).
Mucho se ha dicho sobre la relación entre Sancho Panza
y Don Quijote. Pero hoy quiero centrarme en una parte de esa relación, que ha
sido objeto de estudio durante muchos años. Al parecer, Sancho representaría a
nuestra parte más racional y objetiva, y Don Quijote, nuestra parte más
emocional, intuitiva y alocada.
Y ahora es cuando me preguntáis, ¿oye, Sergio, pero que
tienen que ver los molinos de viento del Quijote con las entrevistas de
trabajo? Pues mucho.
Analizando un poquito la situación, se pueden encontrar
paralelismos bastante interesantes. En realidad, los molinos de viento solo le
parecen gigantes al pobre Don Quijote, y Sancho no hace más que intentar
explicarle que no está viendo la realidad como es. ¿Cuántas veces se nos hemos
imaginado las entrevistas de trabajo como tareas imposibles, que nunca nos
llevan a nada bueno?
Al final del relato, Don Quijote acaba volando por los
aires, rendido y dolorido, sin saber qué le ha pasado realmente. De hecho,
culpa de la transformación de los molinos en gigantes a un brujo que le tiene
manía. No ha aprendido nada. En vez de aceptar los lógicos argumentos de Sancho
Panza, justifica los hechos de manera bastante ilógica. Claro, ¡Don Quijote
está loco!, como va a pensar racionalmente…
Y, nosotros, ¿cuántas veces nos hemos imaginado que en
una entrevista de trabajo “los molinos eran gigantes”?
La realidad nos dice que el entrevistador no es más que
una persona como tú y como yo, que solo quiere hacer bien su trabajo, y
seleccionar al candidat@ más idóneo para el puesto. Pero, en seguida nos da por
pensar que es como un brujo, artero, malintencionado y maquiavélico, que solo
quiere “hacernos daño”.
Atendiendo meramente a los hechos, lo único que
necesitamos es ser el mejor candidato para ese puesto, y demostrárselo en la
entrevista. Para ser el mejor candidato debemos prepararnos académica y
personalmente, y para demostrarlo, tenemos que hacérselo ver a través de
nuestra actitud y nuestras respuestas en la entrevista. Nada más y nada menos.
No digo que sea un trabajo fácil, ni mucho menos.
Lo que sí quiero deciros es que, nuestros propios
miedos, nuestra inseguridad y nuestras dudas acerca de nosotros mismos y
nuestras capacidades, acaban convirtiendo a un “molino de viento” en un
“gigante”, contra el que no nos sentimos capacitados para entablar una batalla.
Y, de esta manera, la lucha está perdida de antemano. Necesitamos recurrir a nuestro Sancho Panza particular, para darnos cuenta de que no hay ningún “gigante malvado con brazos de dos leguas” ante nosotros, sino una persona que pretende que le mostremos lo mejor de nosotros mismos.
Pues entonces, centremos todos nuestros esfuerzos en ser la mejor versión posible de nosotros mismos, y mostremos esa versión sin miedo, con confianza, y tendremos gran parte de nuestro propósito conseguido.
Suerte en el camino.
Sergio Aparicio Pérez
Transformador Personal SocialExpert-Coach Personal, Ejecutivo y Empresarial
Experto en Desarrollo Personal
Facilitador, Formador y Conferenciante
coachaparicio@hotmail.es / 607 231 230
Que útil manera de simplificarlo. Intentaré recordarlo siempre!! :)
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