Incluso durante la crisis, la formación ha actuado como protección frente al paro de los jóvenes más cualificados, y así sucederá también en la próxima década.
La educación universitaria aumenta en 13 puntos porcentuales la probabilidad de trabajar de un joven respecto a otro con solo estudios obligatorios, aunque más años de educación no bastan para encontrar empleo.
La calidad de la formación presenta amplias posibilidades de mejora y las competencias son cada vez más relevantes: poseer un alto nivel de competencias puede incrementar en otros 13 puntos porcentuales adicionales la probabilidad de empleo.
La evolución demográfica hará que los jóvenes tengan más oportunidades laborales en los próximos diez años porque habrá que cubrir 7,6 millones de jubilaciones.
Cerca del 60% de las oportunidades laborales serán para trabajadores con educación universitaria o de Formación Profesional superior, mientras que las opciones para los niveles educativos inferiores serán casi inexistentes (2%).
El sector servicios, en especial los servicios privados, incrementará notablemente su peso en el empleo de los jóvenes.
Siete de cada diez nuevos puestos de trabajo creados serán de alta cualificación: directores y gerentes; técnicos y profesionales científicos e intelectuales; y técnicos y profesionales de apoyo.
Sin políticas ambiciosas y efectivas para mejorar la formación y empleabilidad de los jóvenes menos preparados, sus riesgos de exclusión laboral y social son elevados y lo serán aún más en el futuro.
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